sábado, 29 de agosto de 2015

Queja al viento.

No, no. No me gusta el viento.
Mi mente empieza a galopar entre escombros vertiginosos y me resulta muy difícil detenerla. Cada rendija se vuelve una explosión de aire, cada objeto abandonado, un proyectil. Las estructuras se tambalean entre vibraciones y crujidos, rodeadas de esa danza histérica de los árboles y esos aullidos desgarradores, quizá amenazando, quizá suplicando.
Preveo la mañana siguiente regada de restos y resignación, y sin embargo al salir el sol manso, tibio, como un armonioso contrapunto, todo parece haber sido un malentendido de la noche anterior.


lunes, 24 de agosto de 2015

Viernes.

Ayer no sabías. Incluso anoche no sabías. Esperabas un viernes de rutina. Un día más.
Hoy todo parece derrumbarse para nunca más volver a ser lo que, hasta ayer, incluso hasta anoche, era.
Los pasillos del hospital, el reporte médico, los pasos agitados, como los latidos de tu corazón que se sienten en tu cabeza junto con la súplica, ahogada por la realidad, pidiendo que todo vuelva a ser como ayer, como anoche.
Y es todos sabemos que todo le puede pasar a cualquiera; lo que no asimilamos realmente es que todos somos cualquiera.