jueves, 5 de diciembre de 2013

Fuente de energía

Lo que inicialmente parecía una llovizna se había convertido en una prepotente tormenta que azotaba mi techo sin ninguna consideración. La energía eléctrica parecía haberse cortado.

Todo había sucedido tan atropelladamente que me parecía increíble tener cualquier recuerdo coherente y secuencial: la ruta, la lluvia, el barro, mis ansias por llegar; un kilómetro más... Un día más. En apariencia uno como tantos otros, ignorando que contendría ese punto de inflexión, ese insalvable antes y después para entregarme a un eterno nunca más.

Y aún ahí, ya sintiendo ese bip electrónico al ritmo de mi corazón cumpliendo abnegado todavía con su
tarea cotidiana, ya sumergido en el olor y el rumor de la sala de cuidados intensivos, aún ahí podía yo evocar en mi nariz y en mi boca el sabor caliente y repentino del golpe en mi cara y en mi cráneo; todo mi cuerpo entregado inerme al aturdimiento que inescapablemente le tocaría soportar cuando salí disparado del asfalto, fuera de control y fuera de plan.
La resignación no lograba sucederle a la sensación de irrealidad: era yo quien estaba ahí.

La energía eléctrica parecía haberse cortado, si. Entreabrí los ojos para ver la ventana de mi habitación en penumbra y volví a dormirme al son del bip de la UPS.