sábado, 14 de septiembre de 2013

Confinada

Yo era inicialmente libre, como mis ancestros lo eran. Hasta que llegaron ellos.

Pronto me acostumbré a mi enclaustramiento, ese cautiverio disfrazado de comodidad. Di por sentado el alimento, la protección, el aire, la luz... Ahora me es imposible romper estas cadenas de dependencia.

¿Y qué pasará cuando se olviden de mí? Ya no puedo valerme por mí misma. ¿Y qué será lo que pretenden a cambio de sus atenciones? Lo ignoro.

Sólo me queda disfrutar, mientras pueda, del sol que me baña mientras los contemplo, intrigada, desde mi maceta.