jueves, 28 de febrero de 2013

Extranjero legal



Cada vez que escucho el Waltz Op 12, No 2 de Edvard Grieg pienso...

"El extranjero atraviesa su sala, hiperpoblada de muebles con olor a antiguo; como las paredes, sutilmente amarillentas, quizá por la iluminación, tan escasamente suficiente. Atraviesa también el vestíbulo y toma del perchero uno de sus sombreros oscuros.

El extranjero sale de su casa con un sobretodo formal, de color opaco; su vestimenta, pasada de moda va pulcramente ordenada. El sombrero sobre su cabeza y en su diestra el bastón, que apenas si roza la vereda de tanto en tanto.

El extranjero camina refinadamente por las calles con la caballerosidad, quizá también pasada de moda, que le es propia; con la gracia casi juvenil de su expresión respetuosa y quizá agradecida por esta tierra que lo adoptó como hijo, hace tantos años... por la que trabajó y le pertenece.



El extranjero llega al almacén y hace su pedido. Su castellano duro, su perfil centroeuropeo, su extraño vocabulario; a veces causa una sonrisa, de breve impertinencia, pero todos saben que no es ya un extranjero, que es una reliquia, muestra de esfuerzo y dignidad.

Agradece, saluda parcamente y, en silencio, llega hasta la puerta; la atraviesa y, cerrándola tras de sí, desaparece."