Lo que inicialmente parecía una llovizna se había convertido en una prepotente tormenta que azotaba mi techo sin ninguna consideración. La energía eléctrica parecía haberse cortado.
Todo había sucedido tan atropelladamente que me parecía increíble tener cualquier recuerdo coherente y secuencial: la ruta, la lluvia, el barro, mis ansias por llegar; un kilómetro más... Un día más. En apariencia uno como tantos otros, ignorando que contendría ese punto de inflexión, ese insalvable antes y después para entregarme a un eterno nunca más.
Y aún ahí, ya sintiendo ese bip electrónico al ritmo de mi corazón cumpliendo abnegado todavía con su
tarea cotidiana, ya sumergido en el olor y el rumor de la sala de cuidados intensivos, aún ahí podía yo evocar en mi nariz y en mi boca el sabor caliente y repentino del golpe en mi cara y en mi cráneo; todo mi cuerpo entregado inerme al aturdimiento que inescapablemente le tocaría soportar cuando salí disparado del asfalto, fuera de control y fuera de plan.
La resignación no lograba sucederle a la sensación de irrealidad: era yo quien estaba ahí.
La energía eléctrica parecía haberse cortado, si. Entreabrí los ojos para ver la ventana de mi habitación en penumbra y volví a dormirme al son del bip de la UPS.
jueves, 5 de diciembre de 2013
sábado, 14 de septiembre de 2013
Confinada
Yo era inicialmente libre, como mis ancestros lo eran. Hasta que llegaron ellos.
Pronto me acostumbré a mi enclaustramiento, ese cautiverio disfrazado de comodidad. Di por sentado el alimento, la protección, el aire, la luz... Ahora me es imposible romper estas cadenas de dependencia.
¿Y qué pasará cuando se olviden de mí? Ya no puedo valerme por mí misma. ¿Y qué será lo que pretenden a cambio de sus atenciones? Lo ignoro.
Sólo me queda disfrutar, mientras pueda, del sol que me baña mientras los contemplo, intrigada, desde mi maceta.
Pronto me acostumbré a mi enclaustramiento, ese cautiverio disfrazado de comodidad. Di por sentado el alimento, la protección, el aire, la luz... Ahora me es imposible romper estas cadenas de dependencia.
¿Y qué pasará cuando se olviden de mí? Ya no puedo valerme por mí misma. ¿Y qué será lo que pretenden a cambio de sus atenciones? Lo ignoro.
Sólo me queda disfrutar, mientras pueda, del sol que me baña mientras los contemplo, intrigada, desde mi maceta.
jueves, 16 de mayo de 2013
Caída controlada.
Mientras que nadar o volar es impulsarse a través de un fluido, nosotros, bichos terrestres, nos dejamos caer amortiguando el impacto contra el suelo con un pie completando Un Paso, para repetir el procedimiento una y otra vez, y así avanzar.
Cada día trae consigo algo desconocido; desde una palabra que incorporamos a nuestro vocabulario hasta una experiencia que nunca habíamos tenido: una nueva persona, una nueva canción, un nuevo recorrido de baldosas hasta nuestro hogar, un nuevo sabor en la comida.
Para llegar a nuestro destino (sea éste la vereda de en frente, la solución a un problema lógico, o simplemente el final del día) siempre hay alguna brecha a cubrir entre lo que ya conocemos y lo que no.
Y nos arriesgamos, y nos arrojamos; a veces con vértigo, a veces sin siquiera advertirlo porque ya tenemos asumido e internalizado el mecanismo: nuestra experiencia de vida consiste en una colección de desconocimientos que se nos hacen conocidos y que, a partir de ese momento, forman parte de nosotros mismos.
Aunque me de un poco de miedo, mientras esté viva, me animo y sigo cayendo hacia adelante.
jueves, 28 de febrero de 2013
Extranjero legal
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