jueves, 12 de junio de 2014

Mis lejanos pies.

Ayer mismo me encontré pensando "¡Qué lejos están los pies!".

Claro, llega el invierno y se me congelan. Pero lejos... ¿lejos de qué? Si son parte de mí ¿cómo pueden estar lejos? ¿Lejos del corazón que les envía sangre? ¿Lejos de mis manos para frotarlos y darles calor? ¿O lejos... de mí?
Y esto me hizo pensar, como tantas otras veces por tantos otros motivos ¿qué es exactamente lo que en esencia yo considero que es "yo"?

Más precisamente (y poco originalmente): ¿Qué hace que una persona sea esa persona?
Me inclino inevitablemente (inevitablemente positivista y materialista) por considerar que el "núcleo" de una persona es su cerebro.

Un río: agua tallándolo y fluyendo a través (Rio Lena, Siberia,)
Claro que, de la misma forma en que un río no es sólo su cauce y tampoco lo es sólo el agua que corre por él, no podemos considerar al cerebro simplemente como órgano, como carcasa, sino como el soporte activo y dinámico en el que se van imprimiendo las vivencias y aprendizaje que, en última (y primera!) instancia constituyen a una persona y que a la vez son las que la conducen a adquirir más vivencias y aprendizaje.
Una persona es, así, causa y consecuencia de sí misma, delimitada por su entorno y sus condiciones iniciales.


O quizá sólo sea el invierno y se me congelan los pies...



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